He aquí una de mis títulos favoritos de los 70. Viéndola, nadie diría que la persona que se sienta en la silla del director es Michael Winner, el mismo que dirigió aquellas entrañables pelis de justicia callejera de Charles Bronson (pronunciado tal que así: «charles bronson»).
Estamos ante una peli de casas encantadas con un pequeño giro al final. Quitando una escena de sustito barato que se adelanta a aquella otra escena de sustito barato en El resplandor, la cinta se las apaña para crear momentos de verdadero mal rollo, y no a base del terror, sino mediante la habilidad para transmitirnos la desagradable sensación de que en la casa en cuestión algo se pudre a pasos agigantados, y que tras las paredes se esconde una fuerza depravada, corrupta, lasciva… La escena final es memorable, y levantó una cierta polémica en su día. Es dura como un puñetazo y enlaza sin remordimientos con Freaks.
Una oportunidad para ella pedimos desde aquí.
Micro Reseñas de Terror 